Todo el secreto del feng shui se resume en una sola cosa: comprender el flujo del Chi, esa energía primordial del Universo.
El Chi se vuelve útil cuando se puede concentrar e inútil cuando se dispersa pero cuidado con los extremos, porque demasiado concentrado también es malo.
Viento y agua (feng shui) son las claves para la dispersión o concentración del Chi. Entonces el objetivo es concentrar una cantidad adecuada de Chi en la vivienda y así beneficiar a sus habitantes. Las formas de las montañas y ríos, de los edificios y calles, influyen sobre la calidad del Chi. Las formas sinuosas producen un Chi beneficioso (Sheng Chi), de movimiento armónico, mientras que las rectas producen un Chi maligno, que llamaremos Sha o Sha Chi. Cuando el Chi circula en línea recta toma un carácter agresivo y destructivo o se va demasiado rápido de nuestra casa. Asimismo, las estructuras con puntas o formas agresivas crean Sha Chi, tanto más cuanto más amenazantes parezcan.
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